Aquí estamos con la segunda parte.
3. Miembros de su cuerpo y de su carne: ¿Puede decirse esto
de Cristo o de nosotros en nuestra relación con Él? ¿Por qué usó Pablo esta
frase tan atrevida?
a) Sin duda, hace referencia a las palabras que dijo Adán
cuando Dios le entregó aquella compartiera tan semejante a él.
b) Oh, sí por la misericordia de Dios el que era antes que
todas las cosas, a quienes adoraban ángeles y arcángeles, tuvo a bien hacerse
carne de nuestra carne, o sea, llevar un cuerpo igual al nuestro, susceptible
de sufrir hambre y sed y toda clase de males y necesidades como las que tenemos
nosotros, y ¿para qué?
4. Participantes de la naturaleza divina: esto es lo que
dice el apóstol Pedro, ratificando estas otras porciones de Efesios inspiradas
por Pablo. No podíamos ser como Él si Él no se hubiese hecho como nosotros, y a
ello se suma la esperanza de Juan (1 Jn. 3:1, 2). Y todo esto que pertenece al
futuro es lo que ya tenemos en esperanza los que hemos creído en Él y hemos
sido hechos su esposa mística. Hay miles de personas que tienen una naturaleza
física semejante a la nuestra, pero la unión con nuestra esposa terrenal
significa una fusión moral de intereses, «lo tuyo es mío y lo mío tuyo». Como
explicamos en los comentarios de bodas. Esta es la relación de cada cristiano
con su divino esposo, ¿la tenemos? ¿La Iglesia no ha salido como Eva, del
cuerpo herido de Cristo? Jesús dijo en la gran prueba a que le sometió Satanás
con motivo de la visita de los griegos: «Si el grano de trigo no cae en la
tierra y muere, él solo queda; mas si muriere, mucho fruto lleva» (Jn.
12:20–26).
5. «Todo lo que el Padre me da vendrá a mí …»: en su oración
pontifical, inmediatamente antes de su Pasión, el Señor Jesús dijo: «Padre,
aquellos que me has dado …» y más adelante: «Tuyos eran y me los diste …» Antes
éramos criaturas de Dios y aún lo somos, porque Dios es el Creador de todo ser
viviente, pero por la elección Dios quiso elevar a algunos seres humanos a la
más alta de las categorías, por encima de ángeles y potestades, y esto ¿dónde?
En los cielos, es cierto, pero esta relación debe empezar en la tierra por una
semilla de fe. La apoteosis final debe ser y es ya nuestro privilegio. En el
pasaje de Ef. 5, donde el apóstol compara la unión del matrimonio a la de
Cristo con su Iglesia, el apóstol dice: «¿No sabéis que no sois vuestros?
«Traerá Dios con Él a los que durmieron…», confirmado por 2 Co. 5:1, 6–10. Y
añade una frase muy misteriosa: «Nadie aborrece su propio cuerpo, antes bien lo
sustenta y regala». Cristo hombre no aborrecía su cuerpo, lo cuidaba y lo usaba
para bien. El Cristo espiritual no aborrece su cuerpo, que somos nosotros, los
que hemos creído en Él, quiere sustentarlo y regalarlo con manjares
espirituales, por esto Pablo nos exhorta a meditar su palabra, a no descuidar
los cultos, a recrear y sustentar nuestra alma para que seamos santos y sin
mancha delante de él en amor. Algunos dicen: «¡Qué le vamos a hacer, somos así
y tenemos que ser así!», pero el divino esposo no se conforma con que seamos
así, sino que dice: «Aquellos que me has dado, santifícalos en tu Verdad», o
sea, hazles más y más semejantes a Mí, mientras estuve como hombre en aquel
viejo mundo manchado por el pecado.
Conclusión:
Podemos decir: “¡Señor, porque soy tuyo y tú me tienes
reservado un gran porvenir en los cielos, yo aborrezco lo que tú aborreces; no
quiero hacer mi voluntad, sino la tuya!” ¿Podemos decir como el apóstol Pablo:
«No vivo ya yo, mas Cristo vive en mí»?
Si quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal,
solo tiene que hacer la siguiente oración:
Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente
Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y
que resucitaste al tercer día Me
arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al
Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús
mi Salvador, Amen.
Tomado El Punto Cristiano. Por Elsie Vegas
No hay comentarios:
Publicar un comentario