LOS AMIGOS DE JESUCRISTO
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UN REGALO DE DIOS PARA LA FAMILIA
miércoles, 20 de noviembre de 2019
No te sorprendas...
No te sorprendas... solo creele a Dios y confía. He allí la manifestación sobrenatural de nuestro Señor Jesucristo en nuestras vidas. Escrito está: Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os hace falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19). Si Él lo dice, le creemos y Él lo hace... Gloria a Dios Aleluya... Gracias a Nuestro Padre Celestial por cada persona que usó para hacer posible que esta bendición de juguetes y de ropas llegara hasta este pueblo Santa Rita de Manapire. Estado Guáricó. Venezuela. Entonces no importa la circunstancias por la que pase un país. Dios siempre tiene el control y se encarga de sus hijos. Aleluya... Gloria a Dios.
Sé que muchos países visitan esta página, se tu parte de ese grupo de personas que hace alegrar a niños y adultos en éste lugar. Dios les bendiga
martes, 19 de noviembre de 2019
viernes, 15 de noviembre de 2019
El misionero que vivió por fe...
![HudsonT](https://www.comibam.org/wp-content/uploads/2019/11/HudsonT-1024x599.jpg)
Hudson Taylor nació en 1832, en Barnsley, Reino Unido. Sus padres fueron James y Amelia Taylor. Una pareja con una fuerte carga por china. Quizá por ese amor de sus padres por aquella nación, cuando Taylor tenía 4 años, asombró a sus familiares al decir: “cuando yo sea grande, quiero ser misionero en China”.
Sin embargo, en su juventud Taylor se volvió un muchacho escéptico y mundano. A los 15 años entró en un banco local y trabajó como empleado donde, llegó a ser muy popular. En 1848 dejó el banco para trabajar en la tienda de su padre.
Una tarde de junio de 1849, cuando tenía 17 años, entró en la biblioteca de su padre y tomó un folleto de evangelismo donde leyó la frase: “la obra consumada de Cristo”, entonces recordó las palabras del Señor «consumado es», y se preguntó: «¿Qué es lo que está consumado?». La respuesta tocó su corazón, y recibió a Cristo como su Salvador.
Poco tiempo después de comenzar a caminar con el Señor, sintió que Dios le llamaba para servir en China. Desde entonces su vida tomó un nuevo rumbo, pues comenzó a prepararse diligentemente para lo que sería su gran misión. Adaptó su vida a lo que pensaba que podría ser la vida en China. Hizo más ejercicios al aire libre; cambió su cómodo colchón por un colchón duro, y se privó de los delicados manjares de la mesa.
Comenzó a levantarse a las cinco de la mañana para estudiar el idioma chino. Como no tenía recursos para comprar una gramática y un diccionario, estudió el idioma con la ayuda de un ejemplar del Evangelio de Lucas en mandarín. También empezó el estudio del griego, hebreo, y latín.
En mayo de 1850 comenzó a trabajar como ayudante del Dr. Robert Hardy, con quien siguió aprendiendo el arte de la medicina, que había comenzado con su padre. En noviembre del año siguiente, se mudó a un modesto cuarto a las afueras del pueblo, para gastar menos en sí mismo y poder dar más a otros. Aquí empezó un régimen riguroso de economía y abnegación, oficiando parte de su tiempo como médico en calles tristes y miserables.
En 1852, se trasladó a Londres, donde se matriculó como estudiante de medicina en uno de los grandes hospitales. Aunque la Sociedad para la Evangelización de China (CES por sus iniciales en inglés) le ayudó con parte de sus gastos, él continuó dependiendo en todo lo demás directamente del Señor. Cuando solamente tenía 21 años de edad, y aún no había acabado sus estudios, se le abrió inesperadamente la puerta para ir a China, por lo que tuvo que embarcarse para Shanghai a la brevedad.
Ya en china, Taylor decidió vestirse con ropas chinas y dejarse crecer el cabello, como lo hacían los chinos. Sus compañeros protestantes fueron incrédulos y muy críticos ante esta decisión. Taylor, por su parte, no estaba contento con la mayoría de los misioneros que vio: creía que eran “mundanos” y pasaban demasiado tiempo con empresarios y diplomáticos ingleses que necesitaban de sus servicios como traductores.
En cambio, Taylor quería que la fe cristiana llegara al interior de China. Así que a los pocos meses de llegar, y mientras el idioma nativo seguía siendo un desafío, Taylor, junto con Joseph Edkins, partió hacia el interior, navegando por el río Huangpu distribuyendo Biblias y tratados.
Cuando la Chinese Evangelization Society, que había patrocinado a Taylor, se mostró incapaz de pagarles a sus misioneros en 1857, Taylor renuncio y se convirtió en misionero independiente; confiando en Dios para satisfacer sus necesidades. Taylor continuó trabajando, y su pequeña iglesia en Ningpo creció a 21 miembros.
Pero en 1861, se enfermó gravemente, probablemente con hepatitis y se vio obligado a regresar por un poco de tiempo a Inglaterra para recuperarse. En Inglaterra, el inquieto Taylor continuó traduciendo la Biblia al chino, una obra que había comenzado en el país oriental. Estudió para convertirse en partero y reclutó más misioneros.
Taylor se convenció de que se necesitaba una organización especial para evangelizar el interior de China. Hizo planes para reclutar a 24 misioneros: dos para cada una de las 11 provincias interiores no alcanzadas y dos para Mongolia. Aunque era un número pequeño, era un plan visionario que habría dejado a los reclutadores veteranos sin aliento: aumentaría el número de misioneros de China en un 25 %.
El propio Taylor estaba atormentado por la duda: le preocupaba enviar hombres y mujeres sin protección al interior; al mismo tiempo, se desesperó por los millones de chinos que se estaban muriendo sin la esperanza del Evangelio. Su nueva misión, a la que llamó Misión al Interior de China (CIM), tenía una serie de características distintivas: sus misioneros no tendrían salarios garantizados, ni podrían solicitar fondos; simplemente confiarían en Dios para suplir sus necesidades; además, sus misioneros adoptarían la vestimenta china y luego llevarían el evangelio al interior del país.
Un año después de su avance, Taylor, su esposa y cuatro hijos, y 16 jóvenes misioneros salieron de Londres para unirse a otros cinco que ya estaban en China trabajando bajo la dirección de Taylor. En 1876, con 52 misioneros, la organización constituyó una quinta parte de la fuerza misionera en China. El amor de Taylor por los chinos, le llevó a entregarse en cuerpo y alma para predicar a esta gente. Llegó a dominar no solo el mandarín, sino también tres dialectos más.
Este amor que tenía quedó reflejado en su diario vivir, y en notas. Parte de una carta a su hermana:
“Si poseyera miles de libras esterlinas, serían para China. Si tuvieras miles de vidas, China debería reclamarlas. ¡Pero no te confundas! no es China, sino es Cristo. ¿Acaso haremos demasiado para Él? ¿Se podrá hacer lo suficiente para un Salvador como Él?”
Los años siguientes aumentaron el ritmo de trabajo agotador de Taylor, viajando tanto en China como en el extranjero, principalmente en Inglaterra, Estados Unidos y Canadá (viajes en barco que duraban meses). Con la finalidad de predicar y reclutar misioneros, aún a pesar de su deteriorada salud y sus episodios de depresión. En 1900, a la edad de 68 años. Su salud se agravó y tuvo un colapso físico y mental completo. Taylor murió en 1905. Dejó un gran legado a través de los hombres y mujeres chinos que creyeron, antes de que el comunismo se apoderara de su amada nación.
Taylor también ha inspirado a miles de personas a abandonar las comodidades para llevar el mensaje cristiano al vasto y desconocido interior de China. Aunque el trabajo de la misión en China fue interrumpido por la toma de posesión comunista en 1949, la CIM continúa hasta el día de hoy bajo el nombre de Overseas Missionary Fellowship International.
Fuente: Christianity today
Comibam
miércoles, 6 de noviembre de 2019
Cuando la provisión viene de lo alto...
Gracias Señor Jesucristo porque has bendecido, a través de Centro Misionero de Formación Integral Los Llanos, a los habitantes del pueblo Santa Rita de Manapire con insumos médicos para el ambulatorio las embarazadas (gestantes) y a los recién nacidos. Mi Dios, pues suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19). Todo para Tu Gloria. Esa provisión viene de lo alto... El es el _Jireh
viernes, 1 de noviembre de 2019
Puedes ver como sostiene un llamado...
![provision](https://www.comibam.org/wp-content/uploads/2019/10/provision-1024x617.jpg)
La historia de la viuda de Sarepta también es en parte nuestra propia historia. No fue llamada a predicar, a sanar ni a profetizar. Ella fue llamada para apoyar. Para sostener el ministerio de Dios a través del profeta, para sostener su obra, su causa. Este es también un llamado divino.
Lo que ella hizo por Elías no fue el resultado de la casualidad, fue el fruto de la determinación divina. Levántate, ve a Sarepta de Sidón y mora allí. Le ordené a una viuda que te apoyara (1 Reyes 17: 9). Aunque ella misma lo ignoró, no se conmovió por obligación, ni siquiera por compasión. Lo que ella hizo fue motivada por el decreto de Dios.
El propósito de Dios incluía no solo al profeta, sino también al sustentador del profeta. El Dios que creó a Elías también creó a la viuda. El Dios que le ordenó profetizar y proclamar su palabra, también le ordenó a esta viuda ser la proveedora de su trabajo. Los propósitos de Dios no solo incluyen la obra de Dios, sino también a usted, llamado a ser el sustentador de esa obra. Dios es el Dios que se encarga de todo. Cada uno tiene su función. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. (1 Co. 12: 6).
Sin embargo, esta determinación divina también trae poder divino. Si esa viuda iba a suplir a Elías, ella lo haría solo porque Dios también la aprovisionaría a ella. El Dios que manda es el Dios que capacita. Suplimos porque somos suplidos por Él, ayudamos porque nos han ayudado, actuamos porque Él trabaja en nosotros. Nuestra capacidad proviene de Dios (2 Co. 3.5), incluida la capacidad de ayudar financieramente.
Las ordenanzas divinas también traen la bendición. Sus mandamientos son un privilegio, porque bendito es el que obedece. La obediencia produce la bendición. “Les aseguro que había muchas viudas en Israel en la época de Elías. Pero Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a una viuda de Sarepta en la región de Sidón”. (Lc. 4:25, 26). Hay muchas personas en este mundo que pueden tener más que usted. Sin embargo, usted fue elegido para ser el sustentador de su obra. Disfrute este privilegio. Obedezca y contemple la bendición del Señor en su vida.
Eguinaldo Hélio de Souza es Pastor en el Valle de la Bendición, profesor de teología, licenciado en historia, periodista, apologista, orador en varias áreas. Profesor de historia de la misión e historia de la iglesia en la Escuela del Ministerio de Antioquía en el Instituto Nissi. Profesor y coordinador del Instituto Karis de Misiones. Autor de varios libros.
Por Eguinaldo Hélio de Souza
Fuente: Povos e Línguas.
Comiban
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