LOS AMIGOS DE JESUCRISTO

LOS AMIGOS DE JESUCRISTO
UN REGALO DE DIOS PARA LA FAMILIA

jueves, 11 de julio de 2019

Y por qué quiero estar así


Aquí en el trópico, no tenemos estaciones marcadas como en el hemisferio norte o en el sur, solo dos períodos (seco y lluvioso); cuando inicia la lluvia las personas consiguen o compran semillas y  preparan la tierra, los patios y/o los conucos para sembrar.  Pero ¿Qué pasa con ellas, antes de ser colocadas en la tierra? Es probable que  quienes leen en este momento, algunos sean agricultores y han tenido gran cantidad de semillas; otros, quizás, han tenido una de éstas en sus manos; otros en su escuela o liceo han hecho el experimento de poner unos granos en papel húmedo, esperar que pasa; u otros, simplemente, han tenido frijoles y los has limpiado para montarlos a cocinar. De una u otra forma todos conocemos lo que es una semilla. Antes del proceso de siembra, generalmente está almacenada; puede ser colocada en grandes contenedores, en sacos, bolsas, cajas, etc., mientras está allí es solo una semilla y nada más. Además, puede pasar mucho tiempo almacenada o guardada en esos sitios o empaques  y es... solo una semilla. Ahora bien, vamos a leer lo que nos dice el Señor Jesucristo en Juan 12:24: De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
Qué tal...   Él nos está hablando de una gran verdad; de una semilla o grano que de quedarse guardado, en algún sitio y no muere, si no cambia se queda solo, pero  si cambia, lleva mucho fruto; nos habla de que es necesario un  cambio o una transformación de nuestra  vieja naturaleza para que demos  fruto.  Pero por ciertos motivos, hay veces que preferimos el estado de semilla. Ahora es tiempo que nos preguntemos ¿Por qué quiero estar así? ¿Que hace que prefiera el estado de grano? Hay varios aspectos, pero en esta ocasión solo  voy a referirme a tres.
1.       El confort. La zona de comodidad, de conformismo, un nicho de pasividad, si las cosas pasan bien y si no también; ese estado donde no  se asume riesgo, donde se dice: Estoy bien así y aquí; para que desprenderse de lo que es mi seguridad. Evidentemente, no se tendrá disposición para el cambio y por tanto, no se podrá caminar en lo sobrenatural de Dios y mucho menos dar fruto.
2.       El apego. Esto  sucede con las cosas del mundo; se quiere seguir  los deseos de la carne  y andar en lo vano del sistema,  aferrándonos  a  elementos y  lineamientos de la sociedad que a nuestro entender nos dan la felicidad. Esto hace que la cascara de la semilla se mantenga endurecida y por ende,  no hay forma de  asumir dar  el paso que lleva al cambio.
3.       El orgullo. Exceso de estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos por los cuales la persona se cree superior a los demás.  Mientras éste crezca  y le alimentemos en nosotros, menos caeremos en tierra, postrados y humillados delante del supremo creador. 
Estos tres hacen que se viva una mentira, solo y sin la posibilidad de verte multiplicado con fruto.
Entonces,  la cascara es lo que cubre el grano, que  al caer en la tierra y comenzar  el proceso de cambio o transformación,  esta es  la primera   que sale; sucediendo lo que dice en Efesios 4:22 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos”. Aquí debemos entender que la esencia de dicha transformación, del cambio, del perder la cascara, de quedar al descubierto, sin máscaras, sin corazas es ser una nueva criatura en Cristo Jesús y dar fruto. 
Claves para lograr esto:
1.       Humillarse: delante de la presencia de nuestro Señor Jesús
2.       Rendirse: No más resistencia; entrega  total.
3.        Renunciar: A lo que no es de Dios (orgullo, confort, apego, etc).
4.       Determinar: Determinarás, asimismo, una cosa, y te será firme  y sobre tu camino resplandecerá  luz. Job 22:28.

Bueno ya es hora de que muera la semilla… manos a la obra; accionemos estas claves en nosotros    y a pedirle al Espíritu Santo que nos ayude en nuestras debilidades (Romanos 8:26) para  hacer  que se manifieste el potencial que Dios ha puesto en cada uno, y así se cumpla el propósito  para el cual hemos sido creados.